miércoles, 23 de julio de 2014

Podredumbre andaluza / Joaquín Abad *

Ahora parece que nos escandalizamos porque descubrimos que los de UGT Andalucía hacían facturas falsas de acuerdo con empresas suministradoras. Ahora nos escandalizamos porque descubrimos que la Junta montó un sistema de ayudas a sus amigos, a sus empresarios amigos, con fraudes en ayudas y cursos de formación. Ahora nos enteramos, cuando en Andalucía se vienen haciendo mil y un fraudes desde que Juan Guerra, el hermanísimo del vicepresidente, tomaba cafelitos con empresarios en un despacho de la Delegación de Gobierno que el propio Tomás Azorín le proporcionó. 
 
Porque en Andalucía, desde el ochenta y tantos, si, desde hace treinta años, nadie contrataba con la administración sin pasar antes por caja. Y si entonces se enviaba en maletines la mordida, en los años de Magdalena Alvarez la Junta perfeccionó los mecanismos para que todo pareciera legal. 
 
Recuerdo a un empresario, en Almería, que había constituido una empresa para dar cursos, había montado las oficinas, las aulas, y había pedido los consabidos permisos a la Administración. La licencia nunca llegaba, hasta que se presentaron dos funcionarios, llegados de Sevilla, para informarle que se desbloquearía si pagaba en efectivo cierta cantidad, que no era para ellos, sino para los altos cargos que debían firmar. Vamos, que en Andalucía ninguna empresa hacia negocio sino pagaba al que firmaba... 
 
También recuerdo a un empresario que tenía una agencia de publicidad en Almería que conseguía campañas institucionales de la Junta de Andalucía con cierta frecuencia. En una ocasión comprobé que llevaba un maletín repleto de efectivo para entregarlo, en mano, a un intermediario que lo esperaba en Granada.
 
Y es que la podredumbre lo tocaba todo. Otro empresario, este de la construcción, me comentaba que si encontraban restos arqueológicos y llegaba a oídos de la Junta, le paraban la obra a cuenta de estudios varios. Y que si pagaba al arqueólogo designado, pelillos a la mar. Pero si se negaba, podían pasar años sin que le dieran permiso de continuar con la obra.
 
Ese era el panorama general que conocí en Almería mientras dirigía un diario beligerante con el poder. Desde que Felipe González ganó las elecciones del 82, la corrupción se institucionalizó oficialmente. Y en Andalucía parece que no ha cambiado en todos esos años.
 
(*) Periodista y editor de www.muyconfidencial.com

jueves, 3 de julio de 2014

La pantomima de Unicaja / Joaquín Abad *

Y es que Braulio Medel, el eterno presidente de la mayor caja de ahorros andaluza, Unicaja, ha sabido comprar favores durante treinta años... Ahora entiendo por qué don Braulio fichó como consejero a un indocumentado concejal almeriense, de nombre Ramón Sedeño, antiguo policía municipal, y le encumbrara nada menos que a Presidente de la Comisión de Control, que debía auditar las cuentas de la entidad. 
 
Y los consejeros, casi todos con los estudios y los conocimientos financieros del almeriense Ramón Sedeño, ningunos, estaban encantados de acudir al consejo para cobrar sus dietas, sólo por asistir, además de los generosos regalos que recibían en cada visita valorados en unos mil euros, y de las abultadas dietas por desplazamientos, por alojamiento. 
 
Ahora está saliendo a la luz, después de treinta años de reinado, de qué forma se han gobernado unas instituciones de crédito que en su fundación se crearon como obras pías para ayudar a los pobres, con obras sociales en vez de repartir beneficios. Pero enseguida los políticos, todos, los sindicatos, todos, acudieron a hacerse con las cajas para beneficio propio y de sus amiguetes. Así las obras sociales se redujeron al mínimo destinando los beneficios a colocarse en puestos excesivamente remunerados, darse préstamos difíciles de justificar, etc. Y así se ha llegado a donde estamos...
 
Pues un juez de Almeria, Luis Durbán, acaba de procesar al responsable de las auditorías de Unicaja, a Ramón Sedeño, por facturas falsas. Sí, a ese Ramón Sedeño que fue nombrado vicepresidente de la entidad como agradecimiento a su implicación en la fusión de la Caja de Almería con la de Braulio. Lo que no saben es que Sedeño no tiene idea de nada, y siempre se ha limitado a firmar lo que le han puesto delante. A cambio, desde el año 91 ha gozado de un despacho enorme, secretarias, coche oficial con chófer... Y es que Braulio Medel sabe como comprar voluntades.
 
(*) Periodista y editor de www.muyconfidencial.com